martes, 7 de julio de 2015

Cerro Castillo... desafío verano 2015

Cerro Castillo: partiendo por aclarar que: mm no es algún cerro de Valparaíso,  ni tampoco la Villa de la Región de Magallanes, es simple y majestuosamente Cerro Castillo en la Región de Aysén.


Cada salida hacia el sur de la región implica pasar por un costado de este imponente Cerro, y cada tanto, quedarse pegada mirando y soñando tocar el cielo desde alguna de sus cumbres. Y ya no es un sueño, bueno es medio sueño... aquí les cuento.


Llegábamos desde el sur de Argentina, del maravilloso Calafate y Chaltén, y las ganas de seguir conquistando sueños permanecían intactas, así que con toda la motivación planeamos esta travesía, mientras aún bajábamos las mochilas del Jeep. De paso, nos acompaña la Mary, escaladora que pasaba esos días en Chaltén junto a su novio, y que mientras comentábamos las ganas que teníamos de ascender el Castillo, comenzó a entusiasmarse y.. Upa Chalupa, arriba las mochilas y a conquistar la cumbre.


Luego de comenzar el trekking en la Reserva Nacional Cerro Castillo, con dirección al campamento Neozelandés, cebamos unos mates, mientras planeamos la ruta de acceso a la base de nuestro ascenso. No quedaba mucha nieve, por lo cual el acarreo era tremendo. Luego de dibujar en nuestras mentes la ruta a seguir, preparamos nuestra cena calórica y a dormir bajo las estrellas, literalmente.
03:00 am suenan las alarmas y arriba!


Comenzamos el ascenso a oscuras, y luego de una hora y media, nos encontramos con las lenguas de hielo, esas que se resisten al sol del verano. Así que nos pusimos nuestros fierros, pies y manos listos y seguir subiendo, aprovechando que esta fresco y el sol aún no asoma.


Mientras subes, vas sintiendo la soledad que brindan espacios como estos, aunque vayas con tus amigos, la sensación es de soledad, tu contra tu cabeza, que a ratos piensa: ufff no doy más, hasta aquí llego, respiras ... vamos, vamos tu puedes, arriba llegaremos. Se resienten tus piernas, respiras con dificultad, pero hay algo que no te deja parar.

Algo como un espectacular amanecer en la inmensidad.


Obviamente, después de ese espectacular amanecer, asomo el señor Sol, que a esa altura no calentaba ni por si acaso, así que seguimos a paso firme, hasta llegar a nuestra base, sacar mochilas, unos chocolatines y muuucha agua. Mirar la pared que ibamos a escalar y equiparnos para comenzar a subir.



Comenzamos nuestro ascenso, de primero va Richi, el hombre de la cordada, y feliz en un dos por tres llega al primer largo. Mary va de segunda, ya lleva la mitad de la ruta completada, cuando sentimos un: conchx#$%/&$ (algún chilenismo) y el grito ROCA!! ROCA!!, donde sólo se escucha el sonido especial de un rocón al caer. Mary diplómaticamente dice: Cagó cuerda!!!!. Completó la ruta y llega al anclaje, donde junto a Richi revisan la cuerda y dan el ultimátum: Cagó!! vamos  a bajar. 

Una decepción que sólo dura un segundo, al saber que no podrás lograr la cumbre, decepción que se  apacigua rápidamente con el entorno. Llegaste donde no muchos llegan, tienes el privilegio de compartir con tus amigos un momento inolvidable, y todo ese cansancio vale la pena, ya que respiras la pureza misma, miras hacia el horizonte y sólo puedes decir: ESTOY VIVO!.

La fotografía no es muy clara, pero yo veía Villa Cerro Castillo, Puerto Ingeniero Ibañez y al fondo el Lago General Carrera.





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